Por Juan
Carlos Llorente(@Juanqui_9)
Se nos acaba
el 2014, un año importante para muchos, para otros no tanto, pero
ante todo finaliza un año especial para un club, una afición (en la
cual se incluye un servidor) y unos colores únicos: los del Club
Atlético de Madrid. Vamos, pues, a analizar un
año que, por méritos propios, está escrito con letras de oro en el
club colchonero.
Un año
inolvidable, pues, como todos sabéis, el Atlético ganó la liga
española 18 años después; porque, lo que en principio parecía
sólo una ilusión, al final se hizo realidad, y, con ello, todos los
atléticos pudieron saborear un triunfo histórico. Sé de primera
mano que todos os acordaréis del cabezazo imperial de Godín
en el Camp Nou, pero
en realidad esto solamente fue la guinda de un pastel que se
construyó, como bien dijo tantas veces Simeone,
“partido a partido”. Una victoria que hizo justicia a un grupo de
jugadores y cuerpo técnico que, día a día, entrenamiento a
entrenamiento, partido a partido, demostraron que se puede llegar a
lo más alto con esfuerzo, actitud, humildad, ilusión, trabajo,
ganas y espíritu; un ejemplo, una forma de vida, la de este equipo,
que quedará para la posteridad.
Un año
inolvidable, pues el Atlético llegó, no sin sufrimiento, a su
segunda final de Copa de Europa, lo que hoy en día conocemos por
Champions League. Un
precioso camino hasta la “orejona” que se torció en el minuto 93
de la final de Lisboa
con el famoso gol de Sergio Ramos.
Pero, al igual que podemos recordar la final, también es justo
rememorar el trayecto que llega a la misma, porque sí, gracias al
Cholo y sus jugadores, el Atlético revivió sus mejores momentos en
Europa, eliminando a históricos de la talla de Oporto,
Milan (sin tilde si hablamos de club, ya que
fue fundado por ingleses), Barcelona y Chelsea
y disfrutando el Calderón
de noches mágicas (¡un orgullo recordar la goleada al conjunto
italiano, la exhibición ante los blaugranas o la vuelta del Niño
Torres a su casa!). Una pena lo sucedido en
los minutos finales de Lisboa, los cuales dejaron sin premio a un
equipo que rompió pronósticos y llenó de felicidad a una afición
leal y única en el mundo.
Un año
inolvidable, ya que nos dejó, el día 1 de febrero, Luís
Aragonés, el mito, la leyenda, la más
auténtica reencarnación del sentimiento atlético; una persona fiel
a unos colores, los cuales, junto con todos los atléticos, lloraron
su pérdida. Se marchó una persona que, para muchos, fue la más
importante en la historia del club. En fin, gracias por todo, Don
Luís Aragonés.
Un año
inolvidable, pues, como habréis podido comprobar, ha sido en estos
últimos días del año cuando se ha producido la vuelta del hijo
pródigo, Fernando Torres.
Una persona siempre ligada a los valores del club y que, ya muy
joven, cargó con el peso de una institución en los peores momentos
de su historia; sí, porque Fernando levantó al club del infierno de
Segunda División y,
posteriormente, gracias a sus actuaciones, lo volvió a situar en el
mapa. Torres se marchó del club de su vida para poder crecer y,
siete años después, vuelve para, probablemente, acabar su carrera
como futbolista, una carrera de ensueño que espera redondear en el
club de sus amores. Bienvenido de nuevo a tu casa, Fernando.
En
conclusión, se termina un año que, por muchas razones, será
siempre recordado por todos y cada uno de los atléticos, un año que
define al Atlético, ya que el club rojiblanco ha sido capaz de lo
mejor y de lo peor; se acaba un año especial para el Club
Atlético de Madrid.
¡Que siga
la fiesta en 2015!




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